La economía de este país es bastante estable, por lo que la recesión económica no ha sido mayor problema a diferencia de sus vecinos de zona americana, pero es la gran oferta de modelos y precios producto de la importación, lo que ha hecho que los chilenos habitúen sus compras en su gran mayoría a calzado extranjero, por ejemplo un par de zapatos nacionales tiene un valor de entre 25 mil y 80 mil pesos mientras que el importado solo cuesta 15 mil pesos. Este poder adquisitivo y bajos costos en la oferta le ha permitido posicionándose como el país que más consume calzado por habitante en América latina, con 6.5 pares al año.

Para quienes se mantienen en estas labores el trabajo no es nada fácil, apuestan porque el diseño y la calidad sean los sellos del calzado chileno, a pesar de que no cuentan con los recursos suficientes para asistir a eventos o ferias internacionales que les permitan la tan necesaria capacitación de nuevas técnicas y/o maquinarias, razón que los lleva a imitar metodologías y modelos ya existentes sin innovar demasiado en el mercado; más aún cuando la mayoría de las marcas que han surgido son las denominadas “Marcas de Autor” es decir producciones en números muchos más pequeños que aun sin tanta mano de obra les permita dar la cara por el sector comercial y hacer de la confección y comercialización del calzado un ingreso constante.