En los últimos años el concepto de economía circular (que hace referencia a como en la naturaleza, no existen los sobrantes, ni basureros; sino que todo cumple una función de manera continua y es aprovechado) ha comenzado a incorporarse en las industrias.

Para la economía circular lo más importante es la reducción de elementos, al momento de producir un objeto, tratando de usar materiales biodegradables que puedan regresar a la naturaleza sin dañarla cuando ya hayan cumplido su función. Pero si esto no fuera posible, apuesta por la reutilización de aquellos componentes que no pueden volver a la naturaleza (como pueden ser los metales), incorporándolos de nuevo al ciclo de producción para convertirlos en una nueva pieza.

Es importante conocer el ciclo de vida del producto, con el fin de buscar áreas de oportunidad y mejorar procesos que al final del camino reduzcan el impacto en el ambiente.

En el calzado los componentes del ciclo de vida son los siguientes: 

·         Materias primas.

·         Fabricación.

·         Distribución y venta.

·         Uso.

·         Fin de vida.

·         Recuperación y reciclaje.

Actualmente las empresas deben incluir el aspecto ecológico en su plan de trabajo. Las personas ya no se conforman con la calidad y el diseño, sino que ahora quieren estar informadas de cómo está elaborado el producto que consumen y el impacto que generará en el ambiente al terminar su ciclo de vida

Lo anterior sumado a las regulaciones que cada vez son más estrictas y no solo cuidan a dónde van los residuos físicos; sino las emisiones de carbono, el desecho de sustancias en las aguas y que tipo de materiales se están utilizando para la elaboración del producto; obligan a la industria a incorporar el eco diseño al proceso.

Las tendencias ecológicas, que más que moda, se han vuelto una necesidad, han venido a instalarse en todas las áreas. Y es así, como el veganismo se cuela en el sector y existen consumidores que comienzan a rechazar el calzado o productos de marroquinería realizados con cuero.

Sin embargo, el desarrollar un zapato ecológico va más allá de solo retirar las pieles y empezar a usar materiales de origen vegetal, reciclado u orgánico. Este debe incorporar la economía circular, si lo que realmente interesa es reducir la huella de carbono y no solo sumarse a una tendencia.

No es solo diseñar un producto que a simple vista lleva materiales sostenibles y libres de crueldad animal. Se trata de incorporar acciones como el uso de pegamentos o solventes menos agresivos con la capa de ozono o eliminar químicos que dañen la calidad del agua; de que las fabricas separen sus residuos o sobrantes defectuosos en piel o textil, elementos metálicos y suela que permitan facilitar el proceso de reciclaje. En todo esto es más importante lo que el consumidor no ve, pero que se lleva a cabo para que tenga el producto final en sus manos y que al fin de cuentas afecta a nuestra casa común.

Puede parecer complejo, pero hay marcas que ya están trabajando en eso y que se han dado a la tarea de incorporar materiales que usualmente se desechan después de un solo uso y tienen gran impacto ambiental: como las botellas de plástico, o buscar en la naturaleza corchos de bosques ecológicos, pieles libres de cromo o residuos de la industria de la moda.

En una sociedad donde el incremento de la capacidad adquisitiva y la necesidad de innovación constante llevó a comprar de forma desmedida y sin consciencia, generando un impacto severo en el ambiente. Toca a la industria del calzado, cuero y marroquinería dar respuesta: innovando en materiales, procesos y reducción de residuos; que satisfagan al nuevo consumidor consiente y que exige productos sostenibles.